TEATRO: EGLOGA DE PLACIDA Y VITORIANO

23 Jul 2011

LA COMPAÑIA "LABORATORIO ESCENICO" DE LA UNIVERSIDAD DE VALLE, COLOMBIA, PRESENTA:

EGOGLA DE PLACIDA Y VITORIANO (de Juan de la Encina)

Plácida es una joven enferma de amor que se considera burlada por su amado Vitoriano quien no acude a la cita concertada; sus ansias se agudizan por el ambiente festivo propio de la noche de San Juan. Pero los amantes son victima de Cupido quien los ha hechizado y confunde a los jóvenes quienes, estando cerca, nunca llegan a encontrarse. Tratando de calmar el volcán de sus emociones, Placida abandona la ciudad rumbo al bosque; Vitoriano preso de la misma pasión, no busca sosiego en la soledad, sino en la amistad de Suplicio, quien con la filosofía de que «un clavo saca otro clavo» lo conduce a la casa non sancta de Flugencia. La Égloga de la Plácida y Vitoriano rinde un homenaje a La Celestina de Fernando de Rojas, introduciéndonos en los bajos fondos del entorno de Eritea una casamentera y embaucadora experta en ligazones y en componer falsas virtudes. Pero ni el bosque ni el amor ocasional logran calmar la enfermedad de los amantes: Vitoriano corre al bosque donde le han dicho que su amada huyó, pero Plácida ya ha tomado la decisión de quitarse la vida con un puñal. Vitoriano, descubre el cuerpo inerte de su amada, maldice a Cupido y evoca a Venus, quien emerge de la fuente donde ha caído Plácida. La diosa solicita la ayuda de Mercurio, quien surge de los aires. Los dioses paganos resucitan finalmente a Placida, dando fin a la comedia.

La Égloga de Plácida y Vitoriano (1513) presupone un punto de culminación de la obra dramática de Juan del Encina, con la combinación de los recursos de su teatro anterior y una mixtura de elementos literarios y teatrales diferentes. Encina que trata de permanecer ajeno a las influencias italianas, involucra en esta, su obra más larga, personajes paganos y dioses mitológicos. Aunque es una obra con elementos como el suicidio de la protagonista, la oración sacro profana, el infierno de Plácida, tiene un final feliz gracias a la utilización del recurso del deus ex machina.

La Égloga de Plácida y Vitoriano; plantea el conflicto entre el amor carnal y el amor ideal. Esta versión incluye un amplio repertorio musical latinoamericano y las imágenes y el vestuario de Pedro Ruiz, el reconocido artista plástico colombiano.

© Alejandro González Puche

LAS HUELLAS DE LA BARRACA 2011

El proyecto Las Huellas de La Barraca es una iniciativa de la desaparecida Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, continuado por la actual Sociedad Estatal de Acción Cultural, que trata de rememorar la idea que Federico García Lorca desarrolló, durante la II República española, cuyo principal objetivo fue llevar el teatro clásico a cualquier rincón de nuestra geografía. En 2006, y con la intención de rendir puntual homenaje a aquella iniciativa, cuatro grupos teatrales universitarios llevaron otros tantos montajes del repertorio de la primitiva Barraca a unos cincuenta pueblos y ciudades que apenas habían vivido la experiencia de asistir a una representación escénica. La mecánica era bien sencilla: los grupos llegaban un día a uno de esos pueblos, montaban su tinglado, comían en lugares dispuestos por el propio ayuntamiento, al atardecer hacían su función correspondiente, desmontaban decorados y demás enseres, dormían en posadas, y a la mañana siguiente salían hacia un nuevo lugar. Así durante unos veinte días de julio. La experiencia fue tan apasionante, tuvo tan grata recepción, a pesar de los setenta y cinco años que mediaban entre la puesta en marcha del proyecto inicial y su actual recuerdo metidos ya en pleno siglo XXI, que la SEEC consideró repetir la experiencia con distintos grupos y distintas temáticas, siempre universitarios aquéllos y ligadas al mundo de los clásicos éstas. 2007 se dedicó al poeta dramático Francisco de Rojas Zorrilla, pues se cumplían 400 años de su nacimiento; 2008, al II Centenario de la Guerra de la Independencia; 2009, al IV aniversario del Arte Nuevo de hacer comedias de Lope de Vega; y 2010, al año Jacobeo que se conmemoraba.

En el citado 2010 los números fueron creciendo. Se pasó de cuatro a seis grupos, se abrió la posibilidad de participar a compañías hispanoamericanas, y ante la gran demanda de universidades y escuelas de arte dramático para participar se optó por abrir una convocatoria para que pudieran presentarse las instituciones que quisiesen. El número de representaciones pasó de ciento veinte, la recepción siguió superando el interés hasta entonces mostrado, de manera que hasta UNESCO consideró conceder su Premio Dionisio 2010 al programa Las Huellas de La Barraca.

En 2011 el proyecto ha cobrado forma gracias a la propuesta de la Universidad Complutense que ha querido homenajear a La Barraca lorquiana con un curso de verano en El Escorial, de donde partirán los seis grupos seleccionados para la presente edición, y una exposición que será itinerante después de inaugurarse en dicho marco estival. Con el título de “La Barraca en la Universidad de Madrid: ayer y hoy de una utopía teatral” el mencionado curso se celebrará a mediados de julio, con la participación de destacados profesores y estudiosos del teatro, y de la mayoría de los grupos seleccionados. El Escorial servirá de punto de partida de todos ellos, pues desde allí se iniciará las seis rutas previstas para este verano.

 Compañía: Laboratorio Escénico Universidad del Valle de Colombia

 Dirección:  Ma Zhenghong, Alejandro González Puche

 Reparto:

Nataly Agudelo, Roberto Garcés, Andrés Moreno, Rubén Prado, Diana Valencia, Jessica Serna, Alexander Buitrón, Evelyn Rodríguez, John Sevillano.

 Ficha técnica/artística:

 Carolina Romero (Directora Musical)

Pedro Ruiz (Escenografía)

Carlos Cubillos (Vestuario)